Desde el rancho: un día en la vida de Rosa María
Desde el rancho: un día en la vida de Rosa María
El proyecto de La Cabrita inició con su hija Areli, cuando ella decide estudiar agronomía con la intención de trabajar en el campo. Se trata de un rancho heredado de sus abuelas. Cuando Areli terminó su carrera, su tesis se enfocó en cabras y para Rosa María fue la oportunidad perfecta para crear un proyecto familiar.
Así nace “La Cabrita”, una productora de alimentos de leche de cabra, que tras varios años sobre la marcha logró obtener sus certificados de productos orgánicos y de Hato libre de bruselosis. El rol de Rosa María ha sido clave, pues ella es una mujer y madre que ha llevado el mando administrativo del negocio familiar, luego de que su hija se fuera a continuar con sus estudios en otro país y que el rancho cayera en sus manos. Es por esto que desde hace ya varios años, Rosa se ha esmerado en que el rancho esté en sus más óptimas condiciones y esto también le ha permitido sumar al proyecto un factor muy vistoso y ameno: el turismo.
Rosa María es también quien se encarga de realizar las visitas guiadas, donde con orgullo le muestra a su público cómo funciona La Cabrita: el tratamiento con las cabras, cómo se procesa la leche, las cavas de maduración de queso, entre otros. Incluso se ha colado en el recorrido una vista hacia uno de los hobbys de Rosa: la apicultura. Tiene varios cajones de abejas, que asegura producen miel rústica ya que no las alimenta con agua azucarada, sino con lo que las mismas abejas consiguen en su entorno lleno de árboles y naturaleza, pues Rosa María y su familia se han encargado de plantar en todo su rancho un aproximado de 190,000 árboles. Es alta la reforestación que han hecho y dentro de sus futuros proyectos se encuentra el nombrar cada tipo de árbol que han sembrado. En cuanto a la miel que cosecha, también se enfrasca y se vende.
Rosa María apunta que a las cabras las tratan de forma humana, así como a cualquier otro animal que tienen en el rancho. Tienen borregos que siempre han estado allí y son de la familia. También tienen unas gallinas que pastorean libremente y consumen sus huevos.
Todos los años, por agosto, Rosa junto a su equipo se enfocan a realizar el empadre de las cabras: se pasean a los machos con las hembras para que éstas entren en calor y pueda comenzar el proceso para así tener los partos comenzando el mes de diciembre. Se va escalonando a las cabras para que a lo largo de todo el año tengan suficiente leche, que se ha convertido en su primer objetivo.
Los machos y las hembras no se encuentran juntos. Rosa María los mantiene separados a 180 metros con la finalidad de que la leche no se huele a chivo, pues cuando están juntos, las hembras producen más feromonas y eso le da olor a su leche.
Y hablando de leche, Rosa nos cuenta que la ordeñan con toda la limpieza y que al terminar, se entrega directamente a la quesería para que se comience a procesar hacia sus productos. De yogurt producen entre 100 y 120 litros, y cuando recogen los pedidos pueden saber las cantidades exactas para comenzar a infusinarlos con fresa, mango, manzana y demás sabores característicos de La Cabrita. Éstos se inoculan y fermentan mínimo 24 horas y no son yogures de almidón.
Como a todos los productos, en La Cabrita se les pone una fecha de caducidad. Rosa María confiesa que, a veces, parece que a la gente de la ciudad les cuesta trabajo aceptar que las cosas son de leche. Por ejemplo, cuando un queso caducó es realmente porque se le puso una fecha, pero cuando ese producto es realmente de leche, lo que sucede verdaderamente es que se vuelve más maduro y su sabor se pone más fuerte.
Un día en la vida de Rosa María comienza temprano con un recorrido al ganado y observa cómo encuentran todos los animales. En la producción ve qué producto tienen y cuál no para así poder revisarlo con Reina, maestra quesera de La Cabrita desde hace 16 años. Algunos días va Lety al rancho a ayudar a Rosa con el vaciado de información: tanto en ganado como en la quesería, anotan todo, como el ph, la fecha de todo, el número de lote, etc.
Además de la parte administrativa, Rosa María lleva la parte contable, y de un sinfín más de actividades, como pagarle a los proveedores, hacer la compra de los insumos, llevar la información al contador, la relación con los clientes, hacer la cobranza, etc. Su trabajo es abundante y Rosa nos cuenta que a veces no le alcanza el día, por lo que ella intenta “acabar con el día en vez de que el día acabe con ella”.
“Soy una mujer de 63 años, no es lo mismo tener 40 años y estar en toda plenitud que tener 60 y no tener tanta habilidad para otras. Pero creo que tengo más sabiduría y siempre intento aprender cosas nuevas”.
En cuanto a lo que más disfruta de su trabajo, Rosa valora mucho el estar en contacto con la naturaleza. Le gusta cuidar su invernadero y es muy grato para ella el poder cosechar sus propio cilantro, lechuga, rábano, jitomate, lo que consume y se prepara. También es muy agradable para ella estar en contacto con los animales, pues considera que las cabras son unos animales muy bonitos y curiosos; sobre todo cuando son bebés y les da de comer con biberón. A Rosa le gusta ayudar a las cabras porque han llegado a tener una época en la que reunieron 40 bebés y es complicado darles biberón 3 veces al día a 40 bebés.